Parte IV

No sabíamos por dónde empezar. Ya tenía el diario en mis manos. Miramos a nuestro al rededor.
Las paredes que en algún momento habían sido blancas estabas a penas adornadas con unos cuadros muy antiguos. La mesa en el medio del comedor, con tres sillas al lado.
Algunas ventanas, a la misma altura que por la que habíamos entrado, y solo una puerta más; Nuestra única opción.
Entramos y para nuestra sorpresa no era más que el baño. Julia y yo nos miramos, y sin decir nada guardé el diario en mi mochila y empezamos a revisar.
Abrimos el botiquín, miramos detrás de la cortina. Sinceramente no se qué esperábamos encontrar ¿Un cadáver ahi nomás? No tendría sentido.
Julia espió por la cerradura y cuando estuvo segura de que no había nadie salimos. Todo seguía igual.
Entonces llegó a mi cabeza esa ocurrencia que tal vez no tendría que haber llegado. Si queríamos averiguar algo más, tendríamos que salir por la misma puerta por la que vimos entrar y salir a la vieja.
(Julia y yo la apodamos Helena para no decirle "La vieja" a cada rato.) En fin. Primero pegamos los oídos contra la puerta... No se escuchaba nada. Abrimos la puerta despacio.
Estabamos tan nerviosas que hasta el ruido de un alfiler podía sobresaltarnos. En mi cabeza, me imaginaba a Helena sorprendiéndonos, nuestra cara, si es cierto que ellatenía que ver con un asesinato, podría matarnos a nosotras también. Entonces me di cuenta ¿En qué me estaba metiendo? ¿Realmente estaba involucrándome con asesinos y suicidas?
Julia terminó de abrir la puerta, y ya había empezado a caminar hacia el interior del salón que a penas tenía unos sillones gastados y unas lámparas a las que les faltaba urgente una limpieza.
- ¡Jude! ¿Estás esperando a que Helenita nos vea? Dale mi amor, ¿Te podés apurar?
Tardé unos segundos en asimilar lo que me decía y corrí hasta quedar al lado suyo.
No se escuchaba ningún ruido, como si de repente todo se hubiera desvanecido. Nosotras caminábamos, con cuidado… Creo que estaba tan nerviosa que hacía un esfuerzo sobrehumano por moverme.
Un maullido estremecedor hizo que los ojos se me llenaran de lágrimas. En frente de nosotras había un enorme gato negro, y detrás de él una puerta abierta.
Julia y yo nos acercamos a penas, para ver la habitación. La vieja dormía profundamente. Me tranquilicé mucho, si estaba dormida había menos posibilidades de que nos vea revisando en su casa.
La casa en si no tenía nada de especial. Cuadros con fotos viejas al igual que sus marcos, y una enorme escalera a la que las dos teníamos miedo de subir.
- ¿Qué hora es Ju? ¿Tenemos tiempo?
- No me vas a creer.
- ¿Por? ¿Qué hora es?
- Casi las nueve.
- ¿Me estás cargando?
- No Jude, no te estoy cargando.
- ¡Hay que volver pero ya!

Y sin pensar volvimos a la ventana, trepamos y salimos. No voy a escribir acá todo lo que me comí en mi casa por no haber prestado atención.
Además de que no me di cuenta de la hora, con todo esto del asesinato no me di cuenta de algo peor.
Mañana es navidad.

1 comentario:

Solchu J. dijo...

Vieja conchuda (?
Me estoy leyendo todo!!
ajajajaj